"Levántate, Angelo", dice alguien, y yo no obedezco. "¿Quién es yo?", piensa, mientras piensa que no sé quién es el que piensa. En todo caso, el que recibe la orden no la acata, pero tampoco es indiferente ante ella. Tensa sus músculos, se agita, empieza a sudar. En un ademán ambiguo, sugiere con su cuerpo que está a punto de obedecer, pero no lo hace. "Desde afuera debe de verse patético", piensa, sentándose en su cama.
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UNA LIGERA SOSPECHA
miércoles, 22 de abril de 2015
Suelo creer que lo que pasa tiene algún sentido. Confío tanto en las causas y los efectos que, cuando experimento la realidad, casi siempre, estoy completamente seguro de que es el efecto de una causa que puedo explicar o que me cuesta explicar o que algún día yo o alguien que no sea yo podrá explicar pero que, en todo caso, puede ser explicada. Naturalmente, alguien que piensa de esa manera, no puede o le cuesta creer en los milagros. En mi caso, la esperanza es nula.
Sé que pienso pues ése es el verbo que le hemos dado a esa activ
TINTA VERDE
sábado, 4 de abril de 2015
Hola, niña anónima. Tal vez no me recuerdes. Para ser justos, tendrías que haberme conocido, y no puedo pedirte favores que yo no haría por ti. Espero que eso haya quedado claro.
Elegí escribir para no llamarte, pues entiendo que esa ya no es una opción. Ah, y si estás pregúntandote por qué no te menciono, quiero que sepas que es un simple castigo, una pelea insignificante que tengo con tu ego.
Entiendo que quieres ser feliz para castigarme por razones que ya he olvidado. Entiendo, también, que soy yo el protagonista de
EL LIBRO Y EL CADÁVER
miércoles, 31 de diciembre de 2014
Deseo (el verbo es excesivo) transliterar los ideogramas que visualicé sobre mi cuerpo antes de despertar. Recuerdo, porque recordar es modificar y confundir, un libro y un cadáver. Imaginé que el libro era mío y que el cadáver era mi víctima. Mis dedos eran tan inútiles como los colores sin la luz. Intenté tomar el libro, alejarme del cadáver y escapar, pero no pude, y ahora temo que ese recuerdo prefigure mi destino.
Seguía quieto como una cosa sobre mi cama. Advertí la inmovilidad de mis párpados cuando un rayo de sol inte
EL RELOJ INTERMINABLE
jueves, 25 de diciembre de 2014
Entré en una habitación sombría y tal vez circular. No logré recorrerla toda, pero entendí que era una habitación porque había una puerta amarilla y paredes ligeramente curvilíneas que, de seguir su curso, tendrían que volver a juntarse en algún lugar demasiado alejado de donde yo estaba. Creo haber dicho que había una puerta, y no estaba mintiendo, pues lo que me condujo hacia otra cámara igualmente circular y ligeramente más sombría fue una suerte de ventana triangular que tenía su base en el piso. Poco después de cruzar la ventan
GONZALO TOLEDO
lunes, 22 de diciembre de 2014
He escrito en el camino, no sé con qué exactitud, esta carta, interminablemente. Ignoro si es tarde o demasiado pronto. Sé que perpetraré emociones que nada o poco tienen que ver con la buena literatura, pero, a estas alturas, poco interesa.
Recuerdo haber oído (y luego escuchado) un vals en el que lamentabas mi ausencia y la de mis hermanos. "Se fueron los pibes", reza el título. Habíamos partido a Buenos Aires y quién sabe qué exabrupto te dictó esas líneas. Tú sabías muy bien que no éramos nosotros quienes se iban, sino, po
EPITAFIO
domingo, 21 de diciembre de 2014
En algún momento razoné que había desperdiciado mucho tiempo planeando conversaciones y resolviendo problemas en mi mente que nunca llegue a tener. Terminé varios libros imaginarios, actué en muchos filmes desconocidos —mis favoritos— y cambié para siempre la historia de países que muchas personas cultas no conocen. Me puse la camiseta peruana y marqué el gol que nos clasificó al mundial por primera vez e, incluso, ideé el discurso en el que le decía al país que el logro no era mío, sino de los treinta millones de peruanos que estuv