LA CHICA DE MIS SUEÑOS

lunes, 15 de diciembre de 2014

Me levanto algo cansada, pero me levanto igual. Sé que si no me apresuro no lo lograré. Aunque esté apurada, tengo que bañarme, pero no voy a perder mucho tiempo, pues, antes de dormir, he separado lo que voy a usar hoy. He comprado dos pares de zapatillas; un par azul y otro rosado pastel. Me pintaré los párpados del mismo color que mi blusa y que mis uñas, pues los detalles son importantes. ¿Y si no me mira? No importa demasiado. El truco para no emocionarse es, quizá, imaginar que nunca sucederá lo que esperas que suceda, y aun así hacer de todo para que lo que quieres que pase, pues pase. Soy lista, ¿no?
Tardo mucho en secar mi cabello. No bien acabo, orado los lóbulos de mis lindas orejas con aretes en forma de estrella. Obviamente, uso oro. ¡No quiero infectarme! 
"Hola, mi nombre es Sally", pienso, pero no logro convencerme, de modo que, una vez cambiada, decido salir e improvisar lo que se me ocurra. 
Paolo vive en una casa grande y vieja. Siempre sale a la calle cuando el Sol ya se oculto y regresa cuando está a punto de salir. Parece un murciélago. Las dos últimas semanas que lo seguí, tenía una guitarra en la mano y parecía tararear una canción de Charly García. Me consta que ha dejado de fumar y me he preguntado muchas veces en mi mente cuál es la causa. Sólo lo he visto usar un par de zapatillas, y desde hace una semana tiene en la punta izquierda una pequeña mancha roja, quizá salsa de tomate. 
La ruta que toma es interesante. Siempre que llega a una esquina y dobla a la derecha, al llegar a la otra esquina lo hace a la izquierda. Camina en forma de escalera y así atraviesa dos o incluso tres distritos. Cada cierto tiempo, se sienta sobre el capó de un vehículo y practica una canción, siempre de Charly García, hasta que el duelo lo bota. Él, casi siempre, guarda su guitarra sin mirarlo ni contestarle y se va a buscar otro lugar en dónde cantar. Si nadie le pide que se vaya, aun así se va. Nunca se queda más de media hora en ningún lugar. 
No sé si tiene un teléfono móvil. Nunca lo he visto contestar una llamada y jamás, que yo sepa, se ha cruzado con alguien en la calle. Quizá yo sea la persona que deba hacerlo, no lo sé. Mientras tanto, lo observo, lo observo caminar por alguna razón que no entiendo. Tal vez lo hago porque sospecho que nadie en el mundo puede estar más solo que yo, excepto él, que camina kilómetros con una guitarra en la mano sin rumbo alguno y obedece patrones de ruta que tal vez ni siquiera ha notado. ¿Es ese el chico que quiero conocer? ¿Por qué sigo siguiéndolo, si ni siquiera lo conozco? He caminado con él tantas veces y no me ha visto jamás. Hace mucho me armé de valor y lo choqué casualmente (?). Acto seguido, le pregunté por una dirección, pero él obvio mi presencia, me esquivo y siguió caminando. Me sonrojé completamente y juré nunca más intentar algo parecido. Aunque estoy casi segura de que no vio mi rostro, ni mucho menos lo memorizó, no creo que vuelva a reunir el coraje suficiente para volver a intentar algo parecido. 
Las horas siguen pasando y Paolo hace lo mismo, caminar, detenerse, tocar guitarra, cantar, levantarse y volver a caminar. Jamás he sospechado siquiera que esté loco, pero quién sabe. 
Alguna vez razoné que si me cruzaba con él muchas veces, vestida de distintas maneras y protagonizando distintos personajes, tal vez, sin que su mente consciente lo note, podría aparecer una que otra vez en alguno de sus sueños. ¿Y si al despertarse advirtiera que se ha enamorado de una chica que no existe? Imagino que es posible. Yo aparecería, de tantas veces verme en la calle y no prestarme atención, en uno de sus sueños. Al despertar, notaría que se enamoró de mí, pero no recordará mi rostro. Se lamentará demasiado e intentará volver a soñar conmigo, pero nunca lo logrará. Entonces, un día cualquiera, yo caminaré cerca de él, tendré el cabello precioso, estaré con mi blusa celeste y mis zapatillas nuevas. Mis ojos y mis uñas llamarán su atención, y puede que vea sus ojos reflejados en mis aretes de oro. Tal vez, y sólo tal vez, reconocerá en mí el rostro de la mujer que lo enamoró en alguno de sus sueños, o quizá en dos, y será él el que se sonroje esta vez. Yo me acercaré y le preguntaré si le pasa algo, y está vez será él el que tartamudee y se ponga a temblar. Dios, ¡qué hermoso sería! Él temblaría y yo sabría, en ese mismo instante, que mi plan funcionó: él ha soñado conmigo. 
–¿Eres la mujer de mis sueños? –pregunta Paolo, confundido.
–Eso espero –contesto, sonriendo, y abro los ojos.



Share this article :

0 comentarios:

Speak up your mind

Tell us what you're thinking... !

 
Support : Creating Website | Johny Template | Mas Template
Copyright © 2011. Tiziano Panunzio - All Rights Reserved
Template Created by Creating Website Inspired by Sportapolis Shape5.com
Proudly powered by Blogger